El mileurismo, un término que hace dos décadas definía a quienes cobraban apenas mil euros mensuales, hoy se ha convertido en una meta lejana para millones de españoles. Según un informe del sindicato de técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), 9,1 millones de personas, casi un tercio de quienes perciben ingresos regulares, viven con menos de 12.000 euros al año. El estudio se presentó este viernes, coincidiendo con el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza y dibuja un panorama alarmante de desigualdad y vulnerabilidad en el mercado laboral español.
El dato más revelador es que el 30,5% del total de trabajadores, pensionistas y desempleados se encuentra por debajo de ese umbral. Casi el 95% de los parados no llega a los mil euros mensuales, una situación que también afecta al 40% de los pensionistas y al 22% de los trabajadores con empleo permanente. La precariedad, lejos de concentrarse en el empleo temporal o juvenil, se extiende a amplias capas de la población activa y jubilada.
Mileurismo: desigualdad territorial y pérdida del poder adquisitivo
El fenómeno del mileurismo no se explica únicamente por los bajos salarios, sino también por la persistente brecha territorial. Las provincias de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y Canarias presentan los porcentajes más altos de mileuristas, mientras que en comunidades como Madrid, Navarra o el País Vasco los ingresos medios son significativamente mayores. Sin embargo, incluso en las regiones más prósperas, los precios de la vivienda, la inflación y el encarecimiento de los servicios básicos erosionan el poder adquisitivo de quienes ganan sueldos modestos.
El informe de Gestha también advierte que las sucesivas subidas del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), que actualmente se sitúa en 1.134 euros brutos mensuales, no han logrado revertir esta tendencia. Muchos contratos a tiempo parcial, trabajos temporales o empleos informales impiden que las mejoras legales se traduzcan en un aumento real de los ingresos anuales. En el caso de los pensionistas, la revalorización ligada al IPC apenas compensa el encarecimiento del coste de vida.
Los técnicos de Hacienda reclaman medidas estructurales para combatir la precariedad y la desigualdad. Entre ellas, una reforma fiscal más progresiva, incentivos para el empleo estable y políticas que fomenten la productividad. También subrayan la necesidad de reforzar los servicios públicos y las ayudas sociales, especialmente en los sectores más afectados por la inflación y la vivienda.
El mileurismo, que alguna vez simbolizó una juventud frustrada por la falta de oportunidades, se ha convertido hoy en un fenómeno transversal. Ser mileurista ya no es una excepción, sino una realidad cotidiana para millones de personas en España. Una realidad que plantea un desafío urgente: transformar el crecimiento económico en bienestar tangible para todos.

