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El manejo y almacenamiento de carbono que sirve para combatir el cambio climático

La fotosíntesis artificial, la captura y almacenamiento de carbono y la geoingeniería solar

La captura y el almacenamiento de carbono, es determinante en el combate del cambio climático. La temperatura del planeta en la actualidad es de 1,1 °C, lo que significa que está más alta que a finales del XIX.

Hay buenas y malas noticias relacionadas al cambio climático

De acuerdo con el último informe del panel intergubernamental de expertos en cambio climático, el IPCC; es fundamental que se evite que el calentamiento supere los 1,5 °C (o en el peor de los casos, los 2 °C), con relación a la época preindustrial.

La buena noticia es que casi todos los gobiernos mundiales, con ciertas excepciones notables, parecen haber considerado que la situación es realmente urgente. Además de estar permitiendo que las energías renovables crezcan rápidamente.

Aunque lamentablemente también hay una mala noticia, y es que aún nos encontramos bastante lejos de que ese crecimiento de las energías verdes sea suficiente para llegar a las metas climáticas; ya que, según las proyecciones estimadas, la demanda energética a nivel mundial aumenta más rápido que el desarrollo de las renovables.

La fotosíntesis artificial, la captura y almacenamiento de carbono y la geoingeniería solar

Nos encontramos ante un dilema, si las energías renovables no son suficientes; entonces, cuáles son las demás herramientas tecnológicas que la ciencia proporciona para el combate efectivo del cambio climático.

Existen tres alternativas que vale la pena explorar para aportar a la solución y al control de la temperatura del planeta. Tres opciones interesantes y con diferentes niveles de desarrollo, a saber, la fotosíntesis artificial vinculada a los combustibles solares; la captura y almacenamiento de carbono y, finalmente, una medida bastante polémica, la geoingeniería solar.

¿Qué se conoce de la captura y almacenamiento de carbono?

En cuanto a esta opción, Noruega se destaca como un país pionero en los proyectos de captura y almacenamiento de dióxido de carbono. La experta en este tipo de tecnología, Mona Mølnvik; explicó que desde el punto de vista técnico, el capturar el carbono de los procesos industriales y después almacenarlo bajo el subsuelo para evitar así que llegue a la atmósfera, es algo si se quiere sencillo de hacer.

Tanto es así que Noruega lleva haciendo este proceso, aunque a pequeña escala, desde hace ya más de tres décadas. De hecho, cuenta con varias plantas de captura experimental donde son desarrolladas varias técnicas de captura de CO2.

Si es así de sencillo, ¿por qué la captura y almacenamiento de CO2 no es más común en otras partes del mundo? Parece que la respuesta está en que la razón principal es de carácter económico. Ya que esta alternativa reduce de forma drástica la huella climática del sector industrial contaminante; pero también hace menos competitivas a las industrias porque encarece sus costos de producción.

Mona Mølnvik además explicó que la viabilidad de esta clase de tecnología va a depender de decisiones políticas como las que ahora mismo está tomando la Unión Europea (UE); las cuales conllevan a que disminuya el impacto económico negativo del sector industrial al aplicar estas tecnologías.

Y una prueba que lo demuestra es el proyecto “Longhip”, con el cual Noruega empezará próximamente a almacenar carbono a gran escala de industrias más contaminantes; y que, en una siguiente fase, podrá llegar hasta países del norte de Europa, dijo la experta.

La captura y almacenamiento de carbono y la geoingeniería solar

Una tecnología que tiene mayor potencial en países en vías de desarrollo

Para indagar acerca de otros tipos de tecnologías que puedan ayudar en la lucha contra el cambio climático, en la Universidad de Harvard, en los Estados Unidos; el experto Daniel Nocera, explicó en que consiste su proyecto de “fotosíntesis artificial para producir combustible solar”. Nocera es el padre de la hoja artificial que genera combustibles solares.

La tecnología de Nocera consta de dos secciones, la primera, contempla un pequeño panel que es alimentado con energía solar, parecido a una hoja artificial; este separa las moléculas de hidrógeno y las de oxígeno contenidas en el agua. En una segunda sección, unas bacterias transgénicas son alimentadas con el hidrógeno generado por el dispositivo y también por el CO2 del aire.

Debido a su metabolismo creado en el laboratorio, estas bacterias son capaces de generar como desecho un combustible que puede ser aprovechado para la actividad humana.

Se trata de un proceso bastante sencillo y muy barato de llevar a cabo, que puede ser implementado fácilmente en países en desarrollo; lugares donde se espera que el incremento de la demanda de energía sea mayor en las próximas décadas.

Sin embargo, Daniel Nocera expuso que es realmente difícil competir contra el sector de los combustibles fósiles. Después de un todo un siglo de inversiones multimillonarias en las infraestructuras petroleras; cualquier cambio de paradigma va a implicar enormes pérdidas económicas.

Por ese motivo, lo importante es contar con incentivos, se necesita que la ciencia sea acompañada de políticas; aseguró el experto en relación al reemplazo de la matriz energética fundamentada en la explotación de los carburantes fósiles.

La muy polémica geoingeniería solar

Dentro de las alternativas, también se encuentra una tecnología que no se quisiera tener que utilizar. Se refiere a la polémica geoingeniería. David Keith, ingeniero y profesor en la Universidad de Harvard y uno de los principales expertos del mundo en este tipo de tecnología; explicó que a pesar de los altos riesgos que implica la geoingeniería solar, es necesario continuar investigándola.

Esta tecnología consiste en soltar en capas altas de la atmósfera terrestre aerosoles, para refractar las radiaciones solares, con lo cual se estaría contribuyendo a enfriar el planeta.

Sin embargo, existen varias razones por las que esta técnica ha generado tanta polémica. Por una parte, este método pudiera darnos la ilusión de que podemos continuar quemando combustible fósil sin ningún problema. Y, por otra parte, puede traer efectos adversos en ciertos puntos del planeta, tanto sobre el clima como en los ecosistemas de la Tierra. Keith advirtió que se debe sopesar los riesgos de hacerlo ante los riesgos de no hacerlo.

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