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Barcelona cierra dos terminales de cruceros: una decisión histórica para frenar el turismo masivo. La ciudad española busca un equilibrio entre sostenibilidad, calidad de vida y turismo responsable.
Barcelona ha dado un paso firme en la lucha contra el turismo masivo al anunciar el cierre de dos de sus terminales de cruceros a partir del próximo año. Esta medida reducirá el número de terminales operativas de siete a cinco y forma parte de un acuerdo entre el Puerto de Barcelona y el Ayuntamiento, según fue anunciado en un comunicado oficial difundido el viernes.
El objetivo es claro: contener el crecimiento desmedido del turismo de cruceros, atender el malestar ciudadano y avanzar hacia un modelo más sostenible de actividad portuaria. Con esta decisión, la capital catalana busca descomprimir una de las principales fuentes de masificación turística que afecta tanto al centro histórico como a los barrios cercanos al puerto.
Modernización y sostenibilidad: pilares del nuevo acuerdo
Además del cierre de terminales, el acuerdo contempla una modernización significativa de la infraestructura portuaria. Uno de los ejes clave será permitir que los cruceros que arriben puedan conectarse a una fuente de energía verde en tierra firme. De esta forma, podrán apagar sus motores durante la estadía, reduciendo las emisiones contaminantes que afectan la calidad del aire en la ciudad.
Esta tecnología, conocida como “shore power”, es una solución que ya se aplica en otros puertos del mundo y que Barcelona se compromete a incorporar de manera progresiva. El objetivo es reducir la huella ambiental del turismo de cruceros y convertir al puerto en un referente de sostenibilidad marítima en Europa.
Barcelona cierra dos terminales de cruceros: respuesta a la presión social
La medida no llega por casualidad. En los últimos años, el rechazo social al turismo masivo ha ido en aumento en Barcelona. Vecinos y colectivos ciudadanos han denunciado el impacto negativo del exceso de visitantes en la vida cotidiana, en la vivienda y en el medio ambiente.
Este verano, las protestas se han intensificado. Miles de manifestantes utilizaron pistolas de agua para rociar a turistas en zonas concurridas como Las Ramblas y la Barceloneta. También se han registrado marchas con pancartas, humo de bengalas y cánticos contra la “turistificación” de la ciudad.
Entre las principales quejas están el encarecimiento de los alquileres, la saturación del espacio público, la transformación del comercio de barrio en tiendas para turistas, y el deterioro de ecosistemas urbanos. El turismo de cruceros, con sus miles de pasajeros desembarcando al mismo tiempo durante unas pocas horas, es considerado uno de los mayores exponentes de este fenómeno.
Un puerto que lidera en Europa
El Puerto de Barcelona es actualmente el mayor puerto de cruceros de Europa y el cuarto del mundo. Solo en 2024, registró 1,6 millones de pasajeros de cruceros en tránsito, sin contar aquellos que inician o finalizan allí su recorrido. Esta cifra, aunque beneficiosa para algunos sectores económicos, ha resultado insostenible para una ciudad que ya roza los límites de su capacidad turística.
La alcaldesa Jaume Collboni ha señalado que la ciudad “necesita poner límites claros” para garantizar una convivencia equilibrada entre el turismo y la vida urbana. Según el Ayuntamiento, este nuevo acuerdo busca proteger la calidad de vida de los residentes sin renunciar por completo a la actividad turística.
El inicio de una nueva etapa
La reducción del número de terminales es solo una parte de una estrategia más amplia que Barcelona está impulsando para diversificar su modelo económico y turístico. Promover estancias más largas, fomentar el turismo cultural, y descentralizar los flujos de visitantes son algunas de las iniciativas en marcha.
Mientras tanto, la decisión de cerrar dos terminales de cruceros marca un antes y un después. No se trata solo de infraestructura, sino de un mensaje político y social: Barcelona no quiere seguir siendo símbolo de saturación turística, sino ejemplo de ciudad que defiende su entorno y el bienestar de quienes la habitan.