¿Nueva Tormenta del Siglo? Estudios alertan sobre fenómenos más intensos

Un nuevo estudio científico ha encendido las alarmas: las tormentas conocidas como nor’easters, que golpean con fuerza la costa este de Estados Unidos, se están intensificando debido al cambio climático. Estos fenómenos, que pueden provocar lluvias torrenciales, nevadas extremas e inundaciones devastadoras, podrían tornarse aún más destructivos en el futuro cercano, abriendo la posibilidad de una nueva “tormenta del siglo”, incluso más poderosa que las del pasado.

¿Qué son los “nor’easters”?

Los nor’easters son tormentas ciclónicas que se forman comúnmente entre septiembre y abril, cuando masas de aire frío provenientes del Ártico chocan con aire cálido y húmedo del Atlántico. Este contraste térmico genera sistemas de baja presión muy intensos que se desplazan hacia el noreste, afectando ciudades densamente pobladas como Nueva York, Boston y Washington D.C.

Estas tormentas no son nuevas: han marcado la historia con eventos como la devastadora tormenta del “Miércoles de Ceniza” de 1962, la llamada “Tormenta del Siglo” de marzo de 1993 y el fenómeno apodado “Snowmageddon” en 2010. Pero lo preocupante ahora es que su intensidad está aumentando de forma medible y alarmante.

El estudio que revela la intensificación

Investigadores utilizaron datos meteorológicos históricos y un algoritmo de seguimiento de ciclones para analizar 900 nor’easters entre los años 1940 y 2025. Esta información permitió crear un atlas digital de tormentas que muestra una tendencia clara: los nor’easters más intensos han aumentado su velocidad máxima de viento en aproximadamente un 6 % desde 1940.

Aunque esa cifra pueda parecer pequeña, sus consecuencias no lo son. De acuerdo con el climatólogo Michael Mann, uno de los autores del estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, ese aumento equivale a un incremento del 20 % en el potencial destructivo de las tormentas.

La “física básica” detrás del peligro

Según los expertos, el calentamiento global está creando las condiciones ideales para que los nor’easters sean cada vez más peligrosos. Los océanos más cálidos provocan una mayor evaporación, lo que a su vez carga la atmósfera con más humedad. Esta humedad se convierte luego en lluvias más intensas o en nevadas extremas, dependiendo de la temperatura del aire.

Además, el aire cálido también puede retener más vapor de agua, lo que incrementa aún más la capacidad de las tormentas para descargar precipitaciones severas en poco tiempo. Es un círculo vicioso: más calor, más humedad, más energía, y por lo tanto, tormentas más violentas.

¿Una tormenta del siglo aún más devastadora?

A la luz de estos hallazgos, no es descabellado pensar que el noreste de Estados Unidos podría enfrentarse en el futuro cercano a una tormenta tan poderosa como la de 1993, pero con efectos aún más catastróficos debido al crecimiento urbano, la infraestructura envejecida y el aumento del nivel del mar.

Los científicos advierten que si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan sin control, el escenario de una “super tormenta” que paralice la región por días o incluso semanas, con cortes de energía, inundaciones históricas y daños multimillonarios, se vuelve cada vez más plausible.

Prepararse para lo inevitable

Este nuevo estudio refuerza la necesidad urgente de prepararse ante eventos extremos. Además de reducir las emisiones, se requiere modernizar la infraestructura costera, reforzar los sistemas de emergencia y mejorar los pronósticos meteorológicos. La ciencia está dando la voz de alerta: las tormentas del siglo no solo pueden repetirse, sino que podrían superarse.

La pregunta ya no es si habrá una próxima gran tormenta, sino cuándo y con qué fuerza llegará.

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