Río de Janeiro: la operación policial más letal de Brasil siembra de cadáveres las favelas

Río de Janeiro atraviesa uno de los episodios más sangrientos de su historia reciente. Tras varios días de enfrentamientos en los populosos complejos de favelas Alemão y Penha, la cifra de muertos por la Operación Contención asciende ya a 132 personas, según confirmaron las autoridades locales. Se trata de la operación policial más letal jamás registrada en Brasil, un país donde la violencia urbana y el poder del crimen organizado han convivido durante décadas.

El operativo, que involucró a 2.500 agentes de fuerzas estatales y federales, tenía como objetivo desarticular al Comando Vermelho (CV), la organización criminal más antigua y poderosa de Brasil. Sin embargo, la intervención terminó en una tragedia de dimensiones inéditas: cuerpos apilados en las calles, viviendas destruidas y familias enteras buscando a sus desaparecidos entre los escombros de los tiroteos.

Las imágenes que circulan en redes sociales muestran escenas de guerra urbana. Los habitantes de las favelas denuncian que hubo ejecuciones extrajudiciales y que muchas víctimas no tenían vínculos con el narcotráfico. “Mi hermano iba al trabajo y no volvió. Dicen que era bandido, pero no lo era. Queremos justicia”, declaró entre lágrimas una residente del Complexo do Alemão.

El poder del Comando Vermelho

Fundado en la década de 1970 dentro de una prisión carioca, el Comando Vermelho nació de la alianza entre presos comunes y militantes políticos, pero pronto derivó en una estructura criminal con control territorial. Actualmente domina amplias zonas de Río y tiene presencia en buena parte del país. Su influencia se extiende más allá del narcotráfico: impone reglas, financia fiestas y hasta organiza patrullas comunitarias. En muchas favelas, su autoridad suple la ausencia del Estado.

Para las autoridades brasileñas, el CV representa una amenaza directa a la soberanía estatal. Por eso, el gobierno de Río defendió la magnitud del operativo, alegando que la violencia fue “inevitable” ante la resistencia armada de los criminales. No obstante, la cifra de muertos y la falta de información oficial sobre las víctimas han desatado una tormenta política y social.

Protestas y condenas internacionales

Organizaciones de derechos humanos, la Defensoría Pública de Río y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU exigieron una investigación independiente sobre lo ocurrido. “No se puede combatir la criminalidad con métodos que replican la barbarie”, declaró un portavoz de Amnistía Internacional.

Mientras tanto, miles de personas salieron a las calles para protestar contra la “masacre”, portando pancartas con los nombres de las víctimas. La tensión en los barrios sigue siendo alta, con patrullas blindadas y sobrevuelos de helicópteros que recuerdan que la guerra urbana aún no termina.

Río, una ciudad atrapada

La Operación Contención vuelve a poner en evidencia la paradoja de Río de Janeiro: una ciudad icónica y turística, pero también fragmentada por la desigualdad y el abandono estatal. En las favelas, la línea entre seguridad y represión se borra cada vez más, dejando a miles de habitantes atrapados entre el fuego cruzado del Estado y el crimen organizado.

Con 132 muertos, la pregunta que resuena en las calles de Río es si esta operación traerá paz o si solo profundizará las heridas de una ciudad que parece condenada a vivir en guerra.

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