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“Alligator Alcatraz”: en una decisión que ya genera controversia a nivel nacional e internacional, funcionarios del estado de Florida dieron inicio esta semana a la construcción de un nuevo centro de detención para inmigrantes en la zona de los Everglades. El proyecto, bautizado informalmente como “Alligator Alcatraz”, será una de las cárceles más grandes y tecnológicamente avanzadas dedicadas exclusivamente a la retención y procesamiento de personas en situación migratoria irregular. La iniciativa forma parte del ambicioso plan del presidente Donald Trump de acelerar y masificar las deportaciones, una promesa que ha retomado con fuerza en su actual gestión.
Un centro modelo en el corazón de los Everglades
La ubicación elegida para el nuevo complejo penitenciario ha despertado tanto preocupación ambiental como alarma social. El terreno, ubicado en las cercanías de los humedales de los Everglades, representa un desafío logístico y ecológico, pero los funcionarios aseguran que se trata de una “zona estratégica” y que se cumplirán todas las normativas ambientales.
“Alligator Alcatraz” será, según sus impulsores, un centro modelo de vigilancia y control migratorio. Contará con sistemas biométricos, monitoreo con drones, celdas de alta seguridad y juzgados internos que permitirán acelerar los procesos de deportación. La prisión tendrá capacidad para albergar a más de 3.000 personas y se espera que esté operativa a comienzos de 2026.
Un símbolo del endurecimiento migratorio
La construcción de esta mega cárcel se inscribe en un contexto de creciente endurecimiento de la política migratoria estadounidense. El presidente Trump ha relanzado su retórica contra los inmigrantes indocumentados y ha prometido redadas masivas, deportaciones exprés y cero tolerancia con quienes crucen ilegalmente la frontera.
“Alligator Alcatraz es solo el comienzo”, declaró un vocero del Departamento de Seguridad Nacional. “Estados Unidos necesita más centros de detención para enfrentar la crisis migratoria. La idea es procesar y deportar a los detenidos en cuestión de días, no de meses”.
Trump, por su parte, celebró el inicio de la construcción en su red Truth Social, donde escribió: “Estamos recuperando el control de nuestras fronteras. Florida lidera el camino. Promesa hecha, promesa cumplida.”
Críticas y preocupaciones
Organizaciones defensoras de derechos humanos, representantes de la comunidad migrante y ambientalistas han levantado fuertes críticas contra el proyecto. Desde Amnistía Internacional hasta la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), diversas voces han advertido sobre el riesgo de convertir a Estados Unidos en un país que criminaliza sistemáticamente a los inmigrantes.
“Construir una cárcel en medio de un ecosistema protegido, para encerrar personas por razones administrativas, es una vergüenza moral y ecológica”, afirmó una portavoz de la organización EarthJustice.
También se han denunciado posibles violaciones al debido proceso y el temor de que el nuevo centro funcione con estándares reducidos de transparencia, dado su carácter semi-privado: parte de la gestión será delegada a una empresa de seguridad que ya opera otras cárceles en Texas y Arizona.
Una cárcel, muchas preguntas
Aún quedan muchas incógnitas sobre el impacto social, legal y ambiental que traerá la apertura de “Alligator Alcatraz”. ¿Habrá suficiente control civil sobre su funcionamiento? ¿Podrán los detenidos acceder a asistencia legal adecuada? ¿Cómo afectará al frágil ecosistema de los Everglades?
Por ahora, lo único cierto es que el nuevo centro se ha convertido en un emblema del rumbo que ha tomado la política migratoria bajo la administración Trump. Una cárcel moderna, inmensa y ubicada en una zona simbólica, que representa tanto la determinación del gobierno como las tensiones que genera su enfoque.