La apicultura urbana nos enseña que las ciudades también son un lugar para las abejas

Se trata de una práctica bastante habitual en muchos países, sin embargo, en la actualidad la apicultura urbana en España se está enfrentando limitaciones legales. Los 20 de mayo se celebra el Día Mundial de las abejas, una celebración que sirve para concienciar sobre la gran importancia que tienen estos insectos para nuestro planeta.

Cada vez más gente en el mundo se preocupa por proteger a las abejas, pero en España la apicultura urbana está prohibida

Reino Unidos, Estados Unidos y Alemania son algunos de los países del mundo donde la apicultura urbana cada vez es más practicada. En las ciudades de estos países las colmenas han proliferado en las azoteas y en los jardines.

Esta práctica se ha convertido para mucha gente en una afición, igual como puede ser cultivar un jardín o un huerto. Sin embargo, detrás de esta actividad también hay muchas veces motivaciones de carácter medioambiental, como las acciones que se llevan a cabo para proteger a las abejas, mantener la biodiversidad de los entornos urbanos o preservar la polinización de las plantas.

No obstante, la apicultura urbana está prohibida en España. Desde el año 2002 un real decreto ordenó que puede haber colmenas a menos de cuatrocientos metros de una zona urbana. A pesar de que esta prohibición no es total, debido a que la ley solo regula la cría de abejas, por lo que sí está permitido el mantenimiento de colmenas en centros urbanos para otros usos.

El presidente de la Asociación Española de Apicultores (AEA), Mario F. Navarro, explicó que en España, la apicultura urbana es una práctica que se lleva a cabo bajo unas condiciones bastante rigurosas, relacionada con áreas como la investigación o la ciencia, aunque no se permite una apicultura productiva, por el posible riesgo que pueda entrañar.

La abeja ibérica es una de las subespecies más agresivas

Las restricciones del real decreto sobre la apicultura urbana en España obedecen a un criterio de seguridad. Cada una de las subespecies de abeja de la miel, “Apis mellifera”, tiene un comportamiento distinto y en el caso de la abeja ibérica, que es la subespecie que prevalece en Portugal y España, puede llegar a ser muy agresiva hacia las personas, algo que no ocurre generalmente con el resto de subespecies.

Pero los expertos en la materia están pidiendo que la conducta de la abeja ibérica sea valorada en su justa dimensión. Navarro recalcó que las abejas son unas criaturas muy pacíficas, muy sociales, aunque también pueden llegar a ser agresivas a la hora de defender sus colmenas, sus crías, sus hermanas o sus reinas. Sin embargo, la condición natural de la abeja no es atacar, sino defenderse.

Navarro también dijo que la abeja ibérica, a pesar de su agresividad, se puede mantener en buenas condiciones de seguridad en cualquier centro urbano español, sin que cause problemas alguno a las personas.

Para evitar los ataques contra la gente, dijo Navarro, es suficiente con respetar una serie de condiciones de seguridad, tales como ubicar las colmenas de manera conveniente, obligar a las abejas a levantarse en vuelo o establecer barreras que de cierta forma canalicen su recorrido hacia las flores. También se pueden evitar los riesgos cuando el apicultor trabaja en la colmena. Navarro insistió en que en el recorrido hacia las flores las abejas no van a atacar a la gente, sino que lo van a hacer cuando las personas abren sus casas, y las manipulan.

En España la ley para la apicultura urbana es la misma que se aplica a la ganadería

Sobre este mismo asunto, Jesús Manzano, fundador de Ecocolmena, explicó que las abejas de la mies ya viven en varias ciudades españolas, y apenas han provocado incidentes. Ecocolmena es una asociación sin fines de lucro que se dedica a la conservación y regeneración de ecosistemas para abejas y polinizadores silvestres. Entre los servicios para las empresas e instituciones que ofrece esta asociación está la posibilidad de mantener colmenas con una intención educativa, todo ello siempre cumpliendo con los requisitos que exige la ley.

El representante de Ecocolmenra aclaró que la ley que regula la apicultura en España es en realidad la misma norma que es aplicada a la ganadería en ese país, debido a que la cría de abejas es considerada una actividad ganadera.

Manzano aseguró que se entiende que ese animal es alimento para la gente, o produce alimento para la gente o para otro ganado, o también que es una crianza ganadera que la gente está vendiendo. Manzano, que es perito judicial en apicultura, recalcó que si no se cumple ninguno de estos 3 requisitos, entonces la práctica de esta actividad está permitida dentro de las ciudades en España.

Es fundamental medir el impacto de la apicultura urbana en otras poblaciones de polinizadores

Sin embargo, desde Ecocolmena también inciden en otro aspecto del asunto que a juicio de Manzano es determinante al momento de valorar el desarrollo de la apicultura en entornos urbanos: el impacto de la abeja mielera en otros polinizadores. El perito dijo que en Ecocolmena no están de acuerdo con la apicultura urbana si esta es desproporcionada.

Ellos están completamente en contra de la proliferación de colmenas en el campo y también en los centros urbanos si estas pueden volverse una presión alimentaria y una propagación de enfermedades a otros polinizadores silvestres.  Manzano insistió en que la apicultura urbana debe ser una actividad controlada, y que se debe medir y censar las poblaciones de otras especies de polinizadores para determinar si existe algún impacto negativo de las abejas sobre ellas.

El experto señaló que el equilibrio de los ecosistemas urbanos de alguna forma puede ser alterado porque se viene popularizando la idea de que hay que salvar al planeta a través de las abejas, o salvar a las abejas, y ese mensaje es bastante positivo, pero posiblemente haya sido llevado al extremo. Y es que la abeja de la miel no es la única protagonista, aseguró Manzano. Las abejas son muy importantes y representan, como símbolo, a un grupo de polinizadores, pero no son lo que le falta al futuro del mundo para que pueda ser biodiverso o sostenible. Al futuro le pueden sobrar abejas, agregó.

La importancia de la polinización en el planeta

De acuerdo con las estimaciones de la FAO, cerca del 90 por ciento de las plantas con flores dependen de la polinización para poder reproducirse. También, el 75 por ciento de los cultivos alimentarios del planeta y el 35 por ciento de los suelos agrícolas en el mundo necesitan en cierta medida la polinización.

No solamente los polinizadores contribuyen de manera directa con la seguridad alimentaria en el planeta, sino que también son indispensables para la conservación de la biodiversidad. No obstante, numerosas investigaciones científicas han corroborado que la cantidad de estos animales ha disminuido significativamente en todo el planeta, y que además esta tendencia se está acelerando en países como España. Y esto se debe principalmente a prácticas agrícolas intensivas, al uso de plaguicidas (incluidos los insecticidas neonicotinoides), a cambios en la tierra, especies exóticas invasoras, plagas, enfermedades y al cambio climático.

La abeja de la miel se ha convertido en el polinizador más emblemático, sin embargo, solo representa una pequeñísima parte de todos ellos, y ni siquiera está en un puesto destacado de la lista entre el resto de especies de abejas, debido a que existen más de veinte mil especies de este insecto. Solo el 5 por ciento de las abejas que hay en el planeta son domésticas.

Navarro cree que las abejas de la miel podrían desplazar a otros polinizadores, pero eso solo ocurriría si la gente comete excesos. Aseguró que el problema de los polinizadores no es la abeja de la miel, sino el ser humano, el hombre está poniendo en peligro a todos los polinizadores de la Tierra.

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