Contenidos
Toledo: el bipartito de PP y Vox impulsa una normativa inédita que limita los grupos, restringe calles y sanciona los ‘free tour’
Toledo, una de las joyas patrimoniales de España y ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, acaba de dar un paso inédito en la gestión del turismo masivo. El Ayuntamiento, gobernado por el bipartito de PP y Vox, aprobó esta semana una nueva ordenanza que busca ordenar la presencia de visitantes en el casco histórico, donde en los últimos años la masificación ha generado quejas de vecinos, comerciantes y hasta de los propios guías oficiales.
La normativa, aunque calificada de “tímida” por algunos sectores, establece medidas concretas: limitar el número de personas por grupo turístico, declarar zonas saturadas donde se restringirá el acceso de tours organizados, imponer multas de más de 3.000 euros por incumplimientos y poner coto a la proliferación de los conocidos ‘free tour’.
Grupos más pequeños y calles restringidas
Uno de los puntos centrales de la ordenanza es la limitación en el tamaño de los grupos guiados. A partir de ahora, los recorridos deberán ajustarse a un máximo de personas, con el objetivo de reducir el impacto de grandes masas circulando por las estrechas calles medievales de la ciudad.
Asimismo, el Ayuntamiento identificó calles y plazas consideradas “saturadas”, en las que quedará restringido el paso de grupos turísticos para preservar la movilidad de los residentes y evitar aglomeraciones. Esta medida busca descongestionar puntos icónicos, como la zona de la Catedral o el entorno del Alcázar, donde en horas punta se concentraban decenas de grupos al mismo tiempo.
Multas y control de los ‘free tour’
La ordenanza también aborda de forma directa el fenómeno de los ‘free tour’, visitas guiadas que se ofrecen bajo la modalidad de pago voluntario. El gobierno local considera que estas actividades, que han crecido exponencialmente en los últimos años, generan una competencia desleal con los guías oficiales y contribuyen al descontrol en el manejo de visitantes.
Las empresas y guías que incumplan la nueva normativa se enfrentarán a sanciones que superan los 3.000 euros. El Ayuntamiento anunció que reforzará la vigilancia para asegurar el cumplimiento de las reglas, aunque no detalló aún qué cuerpo municipal se encargará de supervisar los recorridos.
Un debate abierto en la ciudad
Las nuevas medidas no han estado exentas de polémica. Desde el sector turístico, algunos guías oficiales valoraron positivamente la iniciativa, al considerarla “un primer paso” para ordenar el turismo y dignificar la profesión. “No se trata de cerrar Toledo al mundo, sino de hacerlo más sostenible. Es imposible trabajar cuando compiten 15 grupos a la vez en la misma plaza”, señaló una portavoz de la Asociación de Guías Oficiales de Castilla-La Mancha.
Por el contrario, organizaciones vinculadas a los ‘free tour’ y pequeños operadores turísticos critican que la ordenanza busca beneficiar únicamente a los guías acreditados, limitando la diversidad de la oferta. También expresaron dudas sobre la eficacia real de las medidas, calificándolas de “cosméticas” ante un problema que requiere un enfoque más integral.
Turismo, economía y convivencia
El turismo es un motor fundamental para la economía de Toledo. Con más de tres millones de visitantes al año, la ciudad depende en gran medida de esta actividad. Sin embargo, la masificación ha generado tensiones crecientes con los residentes, que denuncian dificultades para transitar por su propio barrio, ruidos constantes y una progresiva “museificación” de la ciudad.
La ordenanza aprobada por el bipartito de PP y Vox intenta responder a estas demandas ciudadanas, al mismo tiempo que busca preservar la imagen de Toledo como destino cultural de referencia en España. El reto será encontrar el equilibrio entre la atracción turística y la calidad de vida de quienes habitan en la ciudad.
Un precedente para otras ciudades patrimoniales
Con esta medida, Toledo se suma a otras ciudades europeas que han comenzado a regular el turismo masivo, como Venecia, Ámsterdam o Barcelona. Aunque las disposiciones son aún limitadas, representan un cambio de rumbo en la gestión de una urbe cuya riqueza cultural depende de la conservación de su entorno histórico.
El debate, no obstante, seguirá abierto: ¿hasta dónde deben llegar las restricciones sin dañar la economía turística? La respuesta marcará el futuro de Toledo, que busca seguir siendo un destino de referencia, pero sin perder la esencia que enamora a viajeros y vecinos.