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Cónclave en el Vaticano: ayer miércoles 7 de mayo comenzó uno de los momentos más trascendentales para la Iglesia católica, el nuevo cónclave que elegirá al sucesor del Papa Francisco. Tras la Santa Misa celebrada por la mañana en la Basílica de San Pedro, los 133 cardenales electores, todos menores de 80 años, se reunieron en la Capilla Sixtina para iniciar el proceso de votación. Por primera vez en la historia, hay representantes de 15 nuevas naciones participando del cónclave, un reflejo del legado globalizador del pontificado de Francisco.
Una Iglesia más diversa
Durante su pontificado, el papa Francisco creó cardenales en países que nunca antes habían tenido uno. Así, dió representación a regiones históricamente periféricas en la estructura eclesial, como la República Centroafricana, Haití, Malasia, Myanmar, Paraguay y Singapur. Gracias a esta decisión, el colegio cardenalicio que hoy se encierra en el Vaticano es el más diverso en la historia de la Iglesia, tanto en términos geográficos como culturales.
Este enfoque descentralizado ha sido una característica del pontificado de Francisco, que buscó llevar la voz de las comunidades más vulnerables al centro del poder vaticano. Cuatro de cada cinco de los cardenales con derecho a voto fueron nombrados por él, lo que influirá significativamente en el perfil del próximo pontífice.
Los favoritos y el clima previo
Entre los nombres que más resuenan para convertirse en el próximo Papa se encuentra el cardenal Pietro Parolin, actual Secretario de Estado del Vaticano. De origen italiano, Parolin es considerado el candidato más fuerte, tanto por su experiencia diplomática como por su cercanía a las reformas impulsadas por Francisco. Sin embargo, como ha sucedido en otros cónclaves, las sorpresas no están descartadas, y las alianzas pueden cambiar dentro del recinto cerrado de la Capilla Sixtina.
Luego de la misa matutina, los cardenales tuvieron un último momento de descanso antes de ingresar al cónclave. Una vez dentro, y tras el tradicional “extra omnes” —que ordena a todos los no electores abandonar el lugar— se cerraron las puertas y comenzó la votación secreta.
¿Cómo funciona el cónclave? Paso a paso
El cónclave es un proceso riguroso y cuidadosamente ritualizado. Tras la instalación en la Capilla Sixtina, los cardenales realizan una primera votación. Si ningún candidato obtiene los dos tercios necesarios (al menos 89 votos), se repiten las votaciones: dos por la mañana y dos por la tarde.
Nueve cardenales son seleccionados por sorteo para cumplir roles determinados en cada sesión: tres escrutadores se encargan de supervisar la votación, tres infirmarii se ocupan de recoger los sufragios de los cardenales que no pueden desplazarse por motivos de salud, y tres revisores auditan y confirman los resultados del escrutinio.
Los cardenales reciben una papeleta donde deben escribir el nombre de su candidato. Cada elector camina con su papeleta en alto hacia el altar (por orden de antiguedad) y la deposita en un recipiente.
Los tres escrutadores cuentan y leen los votos en voz alta. Mientras se pronuncia el nombre del candidato, el escrutador ensarta la papeleta con una aguja e hilo, atravesando la palabra “Eligo” (“Yo elijo”), y va leyendo los votos en voz alta. Luego, las papeletas se atan juntas y se colocan en una urna para ser quemadas.
Las papeletas se queman en una estufa especial. Si el resultado es negativo, se arrojan junto a una sustancia química que produce humo negro. Cuando se alcanza el consenso, el humo se torna blanco, señal para el mundo de que la Iglesia tiene un nuevo Papa.
El elegido es invitado a aceptar el cargo y a elegir su nombre papal. Poco después, el cardenal protodiácono anunciará desde el balcón de la basílica la famosa frase: “Habemus Papam”.
El vaticano desconectado: se corta la señal
Durante el cónclave, el Vaticano queda completamente desconectado del mundo exterior. Todas las señales de teléfonos móviles son desactivadas mediante inhibidores especiales que bloquean cualquier tipo de comunicación. Esta medida extrema busca asegurar el secreto absoluto del proceso y evitar filtraciones de información. Los cardenales electores entregan sus dispositivos antes de ingresar a la Capilla Sixtina, y las áreas clave, como la residencia de Santa Marta, son sometidas a estrictos controles tecnológicos. El aislamiento total refuerza el carácter sagrado, reservado y solemne de la elección del nuevo Papa.
Un momento decisivo
El inicio de este cónclave marca una nueva etapa para la Iglesia. Con una composición global sin precedentes y un legado reformista aún fresco, los cardenales tendrán la tarea de elegir no solo a un nuevo pontífice, sino al pastor que deberá guiar a más de 1.300 millones de católicos en un mundo cada vez más desafiante.